Mi madre quedó huérfana siendo de corta edad, eso significó para ella ser criada por algunas personas cercanas a su familia de origen. Siendo aún una niña, decide comenzar a trabajar y al cumplir la edad en que podía viajar,  decide dejar su amada Valdivia y venirse a Santiago a trabajar. Así siendo muy joven perdió todo el contacto con su amado hermano pequeño y todo el resto de su familia. El tiempo pasó y mi madre forma su propia familia. Yo siempre escucha sus historias y su gran anhelo de volver a ver a su hermano Pablo. (siempre recordaba el trágico momento en que fueron separados). En ese tiempo no había tanta tecnología como ahora. Ya siendo miembros de la Iglesia, yo comenzaba a trabajar en mi historia familiar, pero no tenía tantas herramientas como para avanzar por el lado de la familia de mi mamá. Entonces, cada vez que a la casa llegaba la guía de teléfonos (años ´90), yo buscaba entre sus páginas, alguien que tuviera el apellido “Carvajal Treuque”, durante mucho tiempo no aparecía nadie con esos apellidos. Cierto día me encontraba en la oficina donde trabajada y  me hacen entrega de las guías de teléfonos para la empresa. Como siempre la tome y comencé con mi ritual de todos los años (buscar a alguien con los apellidos Carvajal Treuque) y ahí estaba…por fin alguien llamado Eduardo Carvajal Treuque, con su numero telefónico y su dirección. Me sentí tan emocionada y llamé  enseguida por teléfono  al señor Eduardo Carvajal, él me confirmo que era hermanastro de  mi mamá y que vivía en Santiago, en la casa del lado  de Pablo, el amado hermano de mi mamá. La emoción y la gratitud por haber tenido contacto con la familia de mi madre fue muy grande. Llegó el momento de juntarnos y conocernos, mi mamá después de tantos años por fin, se reencontraba con sus hermanos, sus tíos, sus primas. Y yo, por fin pude ver un retrato de mi abuela. 

Ya han pasado varios años,  varios de los miembros de esta familia Carvajal han pasado al otro lado del velo. Mi tío Pablo lo hizo hace dos años y el año pasado lo hizo mi tío Eduardo, que habló por teléfono conmigo la semana antes de partir, él siendo un hombre de mucha fe y muy probado hasta el fin de sus días ( y participando activamente de la Iglesia Evangélica), me habló de su pasaje favorito de la biblia, que se encuentra en Santiago 3:10-13.  

10. De una misma ^aboca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

11 ¿Acaso echa alguna ^afuente por la misma abertura agua dulce y amarga?

12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Pues tampoco una fuente puede dar agua salada y dulce.

13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en la ^amansedumbre de la sabiduría.

Esta fue su amorosa forma de despedirse de mi.

Definitivamente entiendo porque el Señor nos quiere como familias eternas, sé que en este tiempo tengo la gran responsabilidad de unir a mis antepasados . Esta es una gran obra de amor que el Señor ha puesto en nuestras manos.